jueves, 12 de enero de 2012

Sobre la "peligrosidad” (opinión)

Existen dos tipos de ciudades. Unas en las que resulta peligroso pasear por sus calles, donde la violencia se impone a la seguridad, y la corrupción a la legalidad (desapareciendo el Estado de Derecho ante la no aplicación de las normas que aseguran el bienestar social). Y otras donde las fuerzas de seguridad velan ante posibles hurtos y otras amenazas, permitiendo que los ciudadanos puedan caminar con precaución, pero con algo más de confianza.

De elegir me quedaba con el segundo tipo y si tuviera que vivir en el primero, lucharía por conseguir una transformación.


Ante una tribuna de opinión publicada recientemente sobre la peligrosidad de ir en bicicleta por nuestras ciudades, y la amenaza de que ésta visión sea impuesta como si no existiera una solución, no podemos permanecer al margen:
  • La convivencia de bicicletas y vehículos de motor en la calzada es posible. Ya nos lo demuestran ejemplos de ciudades europeas como Amsterdam o Copenhague.
  • En la actualidad, según las calles por las que se circule, o la hora, el tráfico –rápido, a veces temerario (sólo hay que ver las estadísticas de accidentes de circulación por velocidad)- puede resultar agresivo para los usuarios de la bicicleta, cuyos cuerpos son al mismo tiempo motor y escudo protector.

Teniendo en cuenta estas circunstancias, ¿hemos de impedir el auge de uno de los medios de transporte más económicos, saludables y con menores índices de impacto medioambiental? ¿O por el contrario lucharemos por asegurar un reglamento (o la aplicación de la regulación existente) que coordine la convivencia entre todos, respetando unas mínimas normas de seguridad, como asegurar la velocidad máxima dentro de la ciudad y la distancia mínima (1’5m) entre vehículo y bicicleta?

Esperemos que las autoridades tomen las medidas oportunas (ahora que tenemos nuevo concejal de Movilidad en el Ayuntamiento de Madrid).

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